Como las generaciones, las necesidades laborales han cambiado y los resultados ya no se logran estando horas en un escritorio, conoce más de las necesidades y los sistemas organizacionales de los trabajos actuales.
Si aún piensas que la productividad de una persona está ligada al número de horas que está en su escritorio (aunque no produzca nada); que los trabajadores deben irse a su casa hasta que el jefe lo diga; y que el sacrificio de horas de vida personal por horas laborales es muestra de gratitud por el hecho de tener un trabajo, entonces la lectura de este post te ayudará a comprender que el entorno laboral del siglo XXI es (totalmente) disímil a estas ideas.
Gracias al crecimiento de las soluciones tecnológicas y su uso por diversas generaciones que conviven en los sistemas organizacionales, explica el Índice de Competitividad del Talento Global (GTCI) del Grupo Adecco y la escuela de negocios INSEAD, sobresalen 3 factores para entender la naturaleza actual del trabajo:
- Alta conectividad. El trabajo colaborativo y la co-creación de soluciones en conjunto son parte de la marca personal del siglo XXI. Los sistemas operativos como Android y IOS ejemplifican plataformas de colaboración que, puestas al alcance del público, permiten producir aplicaciones y soluciones —un ejemplo son Uber, AirBnb o Amazon— por parte de cualquier talento a nivel global; en otras palabras, la conectividad es la base para crear nuevos patrones de gestión de tareas, así como de competencias para el trabajo.
- Flexibilidad en el balance vida-trabajo. Las empresas con estructuras organizacionales horizontales, en comparación de las jerárquicas o verticales, son fructíferas cuando su objetivo se centra en producir información, innovación o mejorar el desempeño de sus indicadores internos; todo esto, gracias a que los líderes de hoy comienzan a dirigir a sus equipos de trabajo a través de la orientación y satisfacción personal, lo que permite elevar los índices de felicidad y productividad.
- El trabajo para toda la vida no existe. Laboralmente, el siglo pasado se caracterizó porque la gente podía permanecer en un solo trabajo toda su vida; sin embargo, la tecnología ha transformado industrias y la vida de los profesionistas. Por ello, el aprendizaje permanente de nuevas habilidades se está convirtiendo en norma y el trabajo a distancia —a veces con cierta reticencia— es una realidad cuyos resultados son totalmente cuantificables, pues les permite a las personas trabajar con mayor eficacia.
Además, el reporte GTCI, que da a conocer los efectos que los cambios tecnológicos generan en la atracción y retención de talento en 118 países, apunta que la tecnología es un detonante para el desarrollo y la creación de nuevos puestos laborales; a la vez, hace énfasis en que la colaboración por parte del gobierno, la industria privada y las instituciones educativas es imprescindible para crear ciudades con ese encanto —aquellas centradas en invertir en investigación o proteger laboralmente a los trabajadores— que le permita generar y retener perfiles de alto nivel.
Dentro de este estudio, México se ubica en el puesto 74 en atracción de competitividad y talento —14 lugares menos en comparación a 2016—, por debajo de países Latinoamericanos como Chile (34), Costa Rica (39), Panamá (48) y Colombia (71).
¿Cuáles son los motivos por los que hemos descendido en este índice y, sobre todo, qué acciones podemos emprender para avanzar hacia una mejora continua?