Hace apenas algunos días al ritmo incesante de las doce campanadas, acompañada cada una de la respectiva uva, todo mundo se encontraba realizando sus propósitos y deseos para el nuevo año que recién inicia.
Así como en las organizaciones, las personas también debemos realizar este proceso de “corte de caja” como un ejercicio fundamental.
Generar un “presupuesto” sobre lo que esperamos del siguiente año, plantearnos las proyecciones de nuestro propio desarrollo personal y profesional deben de ser ejes fundamentales para alcanzar las metas que nos hemos fijado.
En lo profesional resulta importante evaluar, por decirlo de una forma muy sencilla, el factor de bienestar que aporta a nuestra vida nuestra actividad actual; hacia donde nos conduce y sobre todo, qué estamos haciendo para que las cosas sucedan en nuestro favor.
Para todo esto, realizar un recuento de lo vivido-aprendido resulta importante, es del análisis de esta experiencia que partiremos para plantearnos las nuevas metas. Como en las empresas, cuando las áreas de planeación generan el forecast del siguiente ciclo, deben generar pronósticos de acuerdo con un histórico, contemplar las variables y a partir de ello tomar decisiones.
Sea pues, este espacio que se genera al finalizar el año y al inicio del siguiente, un espacio de reflexión, de retrospectiva y de planeación.
Cada quién, desde su muy particular “área de planeación” seguramente se habrá ya trazado sus metas, y espero, estará haciendo lo necesario para echar a andar a maquinaria que habrá de conseguirlo.
Para esto debemos de dar seguimiento desde el primer día y hasta el último del periodo. Por ello, no es demasiado temprano aún para preguntarnos, ¿Qué de lo planeado ya hemos comenzado a construir?, ¿sobre qué temas nos falta iniciar con las acciones?
Hay que comenzar ya con el seguimiento a nuestras metas y realizar cortes periódicos dando seguimiento al cumplimiento del forecast de nuestras vidas en este 2019.
